El Yamaha Banshee es, posiblemente, uno de los quad deportivos más míticos que se han fabricado. Apareció allá por 1987 y en aquel momento, no había nada ni remotamente parecido al Banshee. Fue uno de los primeros ATV deportivos, el cual, se vio seguido del Suzuki LT500R, el cual se ganó el apodo de Quadzilla por su tamaño y por supuesto, por su motor de 500 centímetros cúbicos y dos tiempos.
Aquellos quads eran cacharros bastante bestias, con potencias que se iban por encima de los 60 CV, que les otorgaban prestaciones de órdago. En el caso del Banshee, el motor ya era mítico antes de que llegara el modelo. Montaba el bicilíndrico de dos tiempos con 350 centímetros cúbicos de la Yamaha RD350, aunque se revisó para darle una respuesta mas acorde a las necesidades, lo que provocó que perdiera la válvula de escape por el camino. También se rebajó la compresión con nuevos pistones de cabeza plana y se modificó distribución –al ser un 2T, supone rediseñar todo el cilindro–.
Cuando llegó el Banshee, el segmento estaba sufriendo un terremoto brutal por los trike, aquellos vehículos de tres ruedas que resultaron ser lo suficientemente peligrosos como para que Suzuki sufriera una sentencia multimillonaria, que fue a favor de los familiares de las víctimas de accidentes pilotando trikes. Una situación que derivó, gracias a una buena visión comercial, en la aparición de los ATV y los quads. El caso es que los usuarios comenzaron a realizar injertos y toda clase de modificaciones, hasta crear máquinas espectaculares y los fabricantes decidieron darles esos vehículos, pero directamente de fábrica. Primero llegó el Honda TRX-250R –con motor de Honda CR250–, luego llegó el Banshee.
Ya no hay aparatos tan especiales y rápidos, ya no hay quads con un talante tan racing, quizá por eso, modelos como el Yamaha Banshee sigue levantando pasiones y dando oportunidad de crear vídeos como el que te dejamos aquí. No intentes imitarlo en España sino quieres tener que correr delante del Seprona, claro…
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto la charla sería de órdago. Pero aquí estoy, escribiendo sobre mi pasión donde me dejan. Si hace unos años me dicen que terminaría así, las carcajadas se habrían escuchado hasta en Australia, pero ahora no sabría vivir sin ello.COMENTARIOS