Los protagonistas de esta historia son Oriol Regás, Tei Elizalde, Rafa Marsans, Enrique Vernis y Manuel Maristany. Son las cinco personas que lograron cruzar de sur a norte en moto el continente de África en 1962: desde Ciudad del Cabo, en la actual Sudáfrica, hasta Túnez. Sudáfrica, el punto de partida de la Operación Impala, acababa de independizarse del Reino Unido en medio de la segregación racial conocida como Apartheid, y los países de medio continente estaban en la misma situación.
El mismo año en el que comenzó la travesía Argelia conseguía la independencia, mientras que en el África subsahariana se hacían esfuerzos para contener los movimientos nacionalistas, que tras la Segunda Guerra Mundial habían proliferado. El poder sobre el globo se había trasladado a EEUU y la Unión Soviética, anticolonialistas, y los países que tenían colonias en África, como Francia y Gran Bretaña, se vieron debilitadas. Para 1960 ya habría hasta 17 naciones africanas.
Un contexto revolucionario al que los cinco aventureros tenían que atenerse. Regás, empresario, fue el que instó a Pere Permanyer, fundador de la marca de motos Montesa, a organizar un viaje que ya estaba hablado con Elizalde (campeón de motocross de España), Marsans, Vernis (ambos competidores de rallies) y Maristany, que poco controlaba de motos, pero sí de fotografía y de elaborar crónicas.
La empresa estaba de enhorabuena, porque Leopoldo Milán (director técnico) había sacado su nueva Montesa. Entonces se le buscaba nombre. Se barajaba el de “Montjuïc”, pero la moto no se nombró como el antílope hasta que Maristany bautizó al viaje “Operación Impala” y sus heroicidades fueron tendencia en España. Todo con el fin de que su gran aventura no llegara a los oídos de Bultaco, la competencia más directa. Al final, a la empresa no le quedó más remedio que utilizar el nombre del modelo como Montesa Impala.
Así pues, Montesa firmó cubrir el 50 % de los gastos del viaje, se desligó completamente de cualquier responsabilidad y comenzó la mejor campaña publicitaria de su historia.
Los preparativos y el inicio
La Impala era un modelo de 175 cc monocilíndrica de dos tiempos que pretendía lograr una velocidad muy decente, 110 km/h con 10,5 CV, y sin tener que gastar mucha gasolina. Era la primera moto de la marca catalana en tener un motor monobloc (motor y caja de cambios juntas) y sus características la convirtieron en la predecesora mecánica por excelencia de las siguientes motos. En 1957 ya existían dos prototipos de estos motores destinados a la competición, por lo que probablemente Milán perfeccionó uno de ellos.
Tres de aquellas motos se metieron en cajas y se mandaron a Ciudad del Cabo, el punto de partida de la travesía. Los aventureros decidieron ponerles nombre: la Baobab, la Perla y la Lucharniega. Allí tienen la oportunidad de ver las implicaciones sociales y jurídicas del Apartheid, además de comprar un Land Rover al que se le llamó Kiboko y que les serviría como vehículo de apoyo para suministrarles lo que pudieran necesitar en las etapas más duras.
En palabras de Manuel Maristany: “Al principio, en el sur de África, las carreteras eran normales (más allá del norte de Johannesburgo). Pero luego, cuando nos metimos en Rodesia (actual Zimbabue), que estaba en época de lluvias, no había carreteras. Solo había barro. Ahí las pasé canutas”. Durante los 100 días que duró la Operación Impala se dividieron las tareas cotidianas: Enrique y Oriol se encargaban de preparar el desayuno en plena mitad de la sabana, Manuel tomaba las últimas notas y Rafa y Tei ponían a punto las motos para avanzar temprano en su camino.
Las complicaciones en la mitad del viaje
La aventura continuó por Tanzania y Kenia entre tormentas de arena. Las condiciones meteorológicas obligaban a que se cubriesen los ojos con gafas y a tapar las motos con sábanas para repararlas si se producía algún incidente con ellas. La gente de los poblados animaban a los cinco con banderas promocionales de Montesa, y en el punto ecuador del continente brindaron por su hazaña con champagne.
Los verdaderos problemas llegaron cuando intentaron entrar en Sudán por Uganda. El país pasaba por un momento delicado, pues en 1958 se produjo un golpe de estado por un mariscal que instauró un régimen militar. El recorrido entonces cambió de dirección: volvieron a Nairobi e intentaron entrar en el país por Etiopía, sin tener en cuenta otra de las opciones, que era continuar por un canal del Nilo.
Las acampadas en el desierto fueron otro de los contratiempos que acechaban. Les habían alertado de la existencia de bandas de saqueadores entre Sudán y Egipto, lo que les ponía en una situación de cuidado a la hora de pasar la noche entre pueblo y pueblo. La policía les paró en cierto momento. “Hicieron meternos en un tren y llegar hasta Wadi Halfa. Allí cogimos un barco fluvial y atravesamos el desierto”, contó Marsans. La travesía continuó mientras conducían de noche, hasta que vieron las pirámides en Egipto.
La vuelta a casa y la repercusión
Los últimos días de la Operación Impala se resumieron en atravesar Egipto para llegar a Alejandría y contemplar de nuevo el Mediterráneo, con 15.000 kilómetros recorridos. A ellos se sumaron 5.000 más de la Vía Balbia libia, la única carretera del país, pegada a la costa. Una vez llegaron a Túnez montaron el Land Rover y las tres motos en un barco rumbo hacia Marsella, dando por finalizada la expedición con las Montesas.
Pero el viaje no terminó en Marsella. La vuelta a casa iba a poner el broche de oro a una travesía que llamó la atención de toda España. En Andorra la Vella les esperaban los amigos, familiares y los patrocinadores de los cinco aventureros. El 16 de abril de 1962, cumpliendo 103 días desde el 4 de enero, volvieron a ser recibidos como héroes, esta vez por los ciudadanos de Barcelona.
“Fueron 100 días. Pero 100 días que tenían que haber sido 200 o 300”, opinó Elizalde. Así, el expedicionario trata de concluir lo que Montesa quería dar a entender con ese viaje y el lanzamiento de la moto: la eficiente funcionalidad, por encima de cualquier complicación que se hubiera podido dar a su diseño. A pesar de todo, la Impala mantenía un corte elegante frente a los recortes en gasto que efectivamente se llevaron a cabo en en su producción.
En 1962 gana el premio al mejor diseño industrial, y poco a poco va aumentando su eco publicitario con carteles y publicidad en los medios. Montesa y su Impala también ganaron más presencia todavía en la escena de la competición. Años antes ya había conseguido ganar las dos primeas ediciones de las 24 horas de Montjuic, el rally de resistencia (1955 y 1956). En 1963, con Marsans al frente de la escudería del Impala, consiguen que sus corredores ocupen los tres puestos del podio. En 1966 vuelve a ganar con los dos primeros puestos.
A mediados de los 70 siguió utilizándose en competiciones europeas de resistencia, y años más tarde en carreras de motos clásicas y triales
La marca tuvo un gran interés por parte del mercado estadounidense tras su famosa Operación Impala. Por aquel entonces las motos de montaña estaban de moda, y Montesa trató de aprovechar la oportunidad y exportar sus motos a la costa oeste: California. El importador americano de Montesa llegó a utilizar a los actores más conocidos de Hollywood para dar a conocer a Montesa. Paco Mateo, mecánico de Montesa, aseguró que John Wayne llegó a tener una Impala.
Después de un inicio de los 80 repleto de huelgas, inestabilidad económica y tensiones con los trabajadores, Montesa se veía a punto de quebrar. En 1986 llegó a un acuerdo con Honda para ser absorbida y formar la Montesa-Honda S.A.
El recuerdo de la Operación Impala
Todo lo que ha tenido que ver con esta moto ha dejado un legado extenso. Se crearon los clubes Montesa, que compartían la cultura, la tradición y la historia de una moto que se hizo leyenda gracias a los cinco protagonistas de la operación. Parte de esa historia la tiene el Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña, que se encargó de montar una exposición con las motos más emblemáticas de la marca.
La Operación Impala tuvo también un documental de 50 minutos realizado y producido por Bausan Films y TV3 de Cataluña, con motivo del 50 aniversario de la travesía. En él que aparece la historia de la operación, los precedentes de la moto y cuáles fueron las repercusiones del viaje, además de la intervención de algunas de las personas más cercanas al tema. Está rodado en catalán, pero en Youtube se pueden poner subtítulos. Apareció en DVD y también puede verse en Filmin bajo demanda o con suscripción.
Maristany también llegó a escribir un libro sobre su viaje en 1963, basado en las notas y pensamientos que tomó durante aquellas catorce semanas y media. Lo publicaron las editoriales Juventud, Arthaud (en Francia), Dossat… En 2011 apareció una edición conmemorativa con imágenes inéditas y el texto revisado, con ISBN 978-84-15372-08-0.
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Enrique Delgado
Terminando la carrera de audiovisuales y empezando en el mundo del periodismo con el espíritu de aprender sobre motor. Siempre tengo un ojo para lo que ocurre en el mundo y otro en absorber todo el conocimiento que pueda sobre él para escribir literatura, mi hobby personal.COMENTARIOS