Cuando se presentó en el Salón de Tokio de 1972 nuestro protagonista, el Toyota RV-2, a más de uno se le quedaría la duda de en qué segmento se podía englobar, bien por sus extrañas formas o por el mismo concepto del coche en sí. No queda muy claro sobre que plataforma fue ensamblado. Algunas fuentes hablan del Toyota Corona y otras sobre el Mark II.
Seguramente los mismos ingenieros nipones sabían del poco recorrido vital que iba a tener aquel concept car que habían creado, si bien podía ser una manera de tantear el mercado de aquel momento y comprobar cuál podía ser la reacción de los clientes, ante aquella proposición de tener un “Recreational Vehicle”, que es a lo que aludían sus siglas RV, con aquel formato.
El caso es que, justo un año antes, ya habían probado más o menos con las mismas formas con el RV-1, aunque en esta ocasión a la parte trasera habían enganchado un carrito donde iba la tienda de campaña y lo que se precisara para un fin de semana de acampada, siendo las líneas del automóvil muy similares a las del RV-2.
El Toyota RV-2 buscaba de algún modo unir las virtudes de un automóvil familiar con las ventajas de una camper, pudiendo dormir en su interior hasta cuatro adultos
Con una carrocería de 4,73 metros de largo, 1,79 de ancho por 1,33 de alto, y una distancia entre ejes de 2.733 mm, el RV-2 contaba con un sistema de apertura de sus paneles laterales traseros, al estilo alas de gaviota, pero con el funcionamiento de modo inverso a este. Una vez abiertas, se extendía una lona que recubría todos los espacios descubiertos y a la vez se anclaba a las partes fijas del coche, consiguiendo crear una especie de tienda de campaña.
En el interior los asientos delanteros se reclinaban por completo, haciendo unión con las plazas traseras y quedando un espacio uniforme donde podían teóricamente dormir cuatro personas. El túnel central quedaba a la misma altura que las butacas, quedando así un espacio armonioso y sin resaltos. Su puerta trasera, por otra parte, se desplegaba hacia abajo como lo hacen típicamente en camionetas o pick-up, facilitando de este modo la entrada y salida de los ocupantes a la zona de descanso.
Otra de las características del RV-2 era la posibilidad de montar en el exterior una mesa y bancos para sentarse con las piezas interiores que daban lugar a la cama. Eran desmontables y funcionales en su totalidad, haciéndonos más sencillo aún más si cabe el fin de semana campero.
En cuanto al automóvil en sí, montaba un motor 2.6 de 6 cilindros alimentado por carburadores SU y asociado a un cambio manual de cinco relaciones. Estéticamente resaltaban sus pilotos redondos en posición vertical de la parte trasera y un frontal cuadrado donde el paragolpes solo cubría las punteras delanteras, dejando paso a una gran calandra central.
Un año más tarde, en 1973, volvieron a llevar al Toyota RV-2 a una exposición automovilística, esta vez al Salón Internacional de Nueva York. Quizás pensaron que los yankees se interesarían más por su “coche-camper” que los ciudadanos nipones, pero al parecer no fue así, porque en aquel mismo lugar terminó la corta carrera del RV-2 y nunca más se supo de él.
J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS