Aunque no se limite a ello y a menudo veamos atractivas excepciones como este reciente Buick Grand National del ‘87, la gama de los Ringbrothers se cimienta en dos estereotipos: los muscle cars americanos de finales de los sesenta y principios de los setenta, y uno que directamente se reduce a un modelo específico: la primera generación del Chevrolet K5 Blazer.
Sea bienvenido el “Tuka” a este selecto grupo, y al respecto no quisiera comenzar sin antes hacer una debida mención a la que considero que es la más original de las versiones del Chevy de los hermanos Ring: el denominado “Bully”, un modelo 1972 al que los restomoders de Wisconsin –si se me permite el término– le aplicaron un interior que, según cuentan, ha generado polémica.
Al igual que el “Bully”, el K5 Blazer más fresco de los intervenidos por Ringbrothers pertenece al último año de producción de la generación primera. ¿Cómo la definiría? Un notable contraste respecto de las anteriores. El flamante “Tuka” no se parece en nada a los dos conceptos creados con el “Bully” y el “Raskal” –otro ‘72, similar a la “Bully” en combinación de acabados, pero con casi dos tercios menos de su potencia y con un interior más sobrio y tradicional– y los “Watchman”, “Seaker” y “Future”. Este último, con su verde metalizado, la que elegiría para una escapada a la playa.
Chevrolet K5 Blazer “Tuka”, el comienzo de un camino inexplorado
De manera tal que el primer interrogante que me hago pasa por si en un futuro cercano veremos otro K5 Blazer de la misma especie que el “Tuka”. De ser así, Mike y Jim Ring definitivamente habrán entrado a un terreno inexplorado con el Chevy hasta la llegada de esta reciente entrega. Inexplorado tanto en la selección del chasis como en la potencia.
Decía, este Blazer nada tiene que ver con las anteriores. En primer lugar, se continúa con el motor LS3 V8 6.2 de General Motors, aunque este Performance no transmite ni los 430 caballos de los 6.2 que son mayoría en la gama K5 de los hermanos Ring, ni los 1.160 caballos del LS3 4.5 sobrealimentado del “Bully”. Aquí hablamos de un ocho cilindros con 532 CV y 600 Nm de par, y para corresponder a tal configuración todo parte de un conjunto de ingeniería japonesa.
Con la cuarta generación ya establecida en el mercado americano, el espíritu de la antecesora sigue vivo en el “Tuka”. A la tercera generación de la Toyota Tacoma –a un modelo 2016, para ser exacto– esta Chevy le debe su chasis, su suspensión delantera independiente –a la que agregaron nuevos brazos de control–, sus barras estabilizadoras y su cremallera de dirección. Eso sí, costumbres son costumbres y el sistema de escape es de la casa, un escape de acero inoxidable de tres pulgadas, seleccionado de todo el extenso catálogo de accesorios y repuestos que los Ring ofrecen, y personalizado para la ocasión.
Una Chevy con repuestos tomados hasta de Ford
En el “Tuka”, cuyo nombre se lee en la matrícula –para destacar la licencia que se han tomado los Ringbrothers al reemplazar el “R” de Chevrolet por la de su logotipo–, no es todo motor LS3 y chasis Tacoma. A medida que vamos haciendo foco en las distintas secciones del vehículo, las particularidades van descubriéndose.
No, no hablo de las llantas de 18 pulgadas en acabado bronce. En este Blazer, no todo es K5 Blazer 1972. Tanto los espejos retrovisores como el techo corredizo de su capota de fibra de vidrio, ambos de accionamiento eléctrico, pertenecen al SUV Blazer 2019. Y si hablamos de licencias, he aquí una no apta para los puristas.
El portón trasero –acompañado de una ventana cortesía de la Jeep Wrangler y que al abrirse revela una rueda de auxilio montada no en compartimento ni en la misma puerta trasera, sino sobre un soporte personalizado detrás de la fila de asientos trasera– cuenta con bisagras y pestillos de su gran rival de mercado hasta la discontinuidad de la K5 a mediados de los años noventa. Sí, la Ford Bronco, un modelo 2024, ha aportado lo suyo.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto la charla sería de órdago. Pero aquí estoy, escribiendo sobre mi pasión donde me dejan. Si hace unos años me dicen que terminaría así, las carcajadas se habrían escuchado hasta en Australia, pero ahora no sabría vivir sin ello.COMENTARIOS