Su alto grado de modificación lo convierte en un ejemplar con todas las de atraer las miradas de quienes, año a año, invaden el Daytona International Speedway en lo que es el encuentro masivo definitivo de propietarios de Jeep. Supongamos que el Jeep Beach no fuese su hábitat a considerar. Pues, el Easter Safari bien podría ser otro escenario ideal. De las playas de Florida a la remota Moab a orillas del Río Colorado, en el estado de Utah, ¿por qué no? Rodeado de esos conceptos diseñados en su mayoría sobre unidades Wrangler y Gladiator, las características de este Jeep se prestan para asignarle uno de esos nombres que emanan personalidad. Crean, amigos, que la mecánica no es problema.

Recuerdo versiones de ediciones pasadas como la denominada Magneto, la Wrangler eléctrica cuando todavía la 4xe de calle no era opción. También la bautizada JT Scrambler, una Gladiator con aspecto retro en tributo al Civilian Jeep 8 Scrambler de los años ochenta. Del Easter 2024 les puedo anunciar el Vacationeer, un nombre por demás revelador: un Wagoneer equipado para marcharse de campamento.

Un Wrangler con corazón de Corvette C5

Sí, este Jeep lo tiene todo para lucirse a la par o hasta por encima de esas exóticas propuestas de las que les acabo de hablar. ¿Cómo lo llamarían ustedes? Un “Jeep Vette 95” no suena mal. Dirijámonos a él de esa manera. Es contundente y, lo más importante, lo dice todo. Ofrendaba su poder a deportivos como el Pontiac Firebird Trans Am y los Camaro Z28 y SS, pero estiraba su potencial al Chevy Corvette C5. El LS1, una institución en el árbol genealógico de motores General Motors. De la familia de los Small Block de tercera generación, su introducción al mercado a finales de la década del ‘90 significó para el C5 reducción de peso –un ahorro de casi 40 kg– y mayor ligereza por ser de aluminio, incluyendo los pistones.

La historia completa de esta fusión Jeep-Chevrolet tiene algo de incógnita, pues desde Garage Kept Motors –allí se anuncia en venta– no nos especifican en qué año este Wrangler 1995 recibió el LS1 procedente de un Corvette 2000. Es seguro que no fue en tiempos del C5 en las concesionarias, sino un buen tiempo después, durante la séptima generación del Chevy, para ser exacto. Esto es porque estamos en presencia de un ejemplar que ha sido reconstruido hasta el alma y más allá, y que ofrece a quien lo adquiera los papeles que documentan que el trabajo de personalización inició en 2017 y concluyó en el 2019.

La potencia y el par de este Jeep Vette en venta –50 mil dólares por un modelo ‘95 dan cuenta de todo lo que lo compone y de su uso casi nulo– no serían datos extraños, aún cuando Garage Kept Motors no los informan, pero lo cierto es que, en este Wrangler, el 5.7 original está acompañado de un sobrealimentador Magnuson, por lo que, obviamente, las cifras van en aumento. Recordemos que los LS1 como los que se aplicaban en los Corvette modelo 2000 generaban hasta 350 CV, mientras que al año siguiente la potencia se incrementó a 355 CV, con pares de 470 a 508 Nm respectivamente.

El resto es un Wrangler armado hasta la médula para su manejo todoterreno y más: su nueva transmisión automática Novak Stage, sus frenos Hydroboost, su sistema anti-roca delantero, sus neumáticos BFG Mud Terrain de 35 pulgadas, sus luces adicionales, su cabrestante cortesía de Warn, su jaula antivuelco integrada al chasis, … Interesante es su protección de carrocería de la firma Metalcloak, dedicada específicamente a suministrar kits a los 4×4 de Jeep. Un esquema que seduce, en conjunto con el motor Corvette y los apenas 3.312 kilómetros de conducción. Imagina darle al pedal de un todoterreno americano con corazón de superdeportivo americano…