Las series especiales en el mundo del automóvil comenzaron a finales de los años ’70, y tuvieron su punto álgido en la década siguiente. Eran una forma eficaz de “rejuvenecer” un modelo en concreto con la adición de colores llamativos, pegatinas o una decoración específica. El modelo que os traemos hoy no es, desde luego, uno de los más discretos.
En 1988, y después de haber ganado tres competiciones (Baja 1000, Gold Coast 300 y Mint 400), en Nissan pensaron que era una buena oportunidad celebrarlo lanzando una versión limitada del pick-up D21 en el mercado estadounidense. Y así nació el Nissan Desert Runner, una serie especial de la que se realizarían sólo mil ejemplares, exclusivamente para este mercado.
El Nissan D21 llevaba ya tres años en el mercado. Sucesor del Datsun 720, la versión que recibieron en Norteamérica fue la del frontal más rudo (el capot era diferente y las aletas estaban ensanchadas), compartido con el primer Nissan Terrano/Pathfinder (otros países recibieron un frontal más convencional). Un modelo que era duro y no se escondía de ello.
Para convertir el Hardbody standard en el Desert Runner, Nissan añadió unas cuantas chucherías que le daban un estilo muy personal: decoración específica inspirada en los Hardbody de competición, parachoques tubulares, barra delantera con luces, estribos laterales y neumáticos todoterreno de 31 pulgadas; en la caja, una red en lugar de la portezuela, una jaula de cuatro puntos con una hilera de focos (al más puro estilo yanki), una rueda de repuesto de tamaño real y ¡hasta una estructura para poner una nevera portátil! En lo que no cayeron es en dejar sitio libre para la carga, pero a buen seguro no era lo que buscaba el futuro propietario de un Nissan Desert Runner, sino poder emular en tierra a los vencedores de las carreras que inspiraron este modelo.
El motor era el conocido VG30, un tres litros V6 a 60° capaz de desarrollar 147 CV y 222 Nm, equipado con una caja de cambios manual de cinco velocidades, una caja de transferencia dual para la tracción a las cuatro ruedas y un diferencial trasero de deslizamiento limitado, todo con vistas a reproducir la configuración de los modelos de competición y asegurar unas prestaciones off-road a la altura. Sólo había tres equipamientos opcionales para el Nissan Desert Runner: aire acondicionado, transmisión automática y un equipo estéreo. La configuración elegida para la carrocería era la de cabina estándar y caja estándar.
Los mil ejemplares se vendieron sin problemas y hoy son codiciados por los coleccionistas. La unidad que os mostramos se vendió a finales del año pasado en Bring a Trailer por poco más de 15.500 euros, se encuentra en muy buen estado (aunque con algunas señales del uso en el asiento del conductor), con unos 346.000 km en el contador y prácticamente original, a excepción del equipo Kenwood y las llantas de quince pulgadas. Nada que no se pueda revertir.
Un modelo muy interesante y llamativo que, a buen seguro, ha encontrado un hogar donde va a ser cuidado y disfrutado. Y si estáis pensando en buscar una unidad, recordad que tendréis que hacerlo en el mercado estadounidense, ya que el Desert Runner sólo se vendió allí.
Jesús Alonso
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