Este Toyota Land Cruiser no parece tener nada especial, pero bajo su capó se esconde un V8 LS3

Este Toyota Land Cruiser no parece tener nada especial, pero bajo su capó se esconde un V8 LS3

Un restomod realizado, como no, en Estados Unidos, con mucho gusto y respeto por el modelo original


Tiempo de lectura: 3 min.

El Toyota Land Cruiser de la serie 80 se presentó en el salón de Tokio de 1989 para reemplazar a la serie 60. Desde entonces, ha sido un todoterreno –sí, todoterreno, no SUV– que ha hecho casi de todo: raids, dakar, rutas por el desierto, ha hecho de coche familiar, de coche de representación, del coche del “dueño de la finca”… El Land Cruiser, en todas sus versiones, es un vehículo indestructible o casi, pero hay a quien se le ocurren cosas un tanto locas, como retirar el motor original y meterle el V8 de un Corvette.

Al otro lado del charco, en Estados Unidos, son muy propensos a meter un V8 a casi cualquier cosa, sobre todo V8 de origen Chevy y que, por lo general, también habita bajo el capó del Chevrolet Corvette. Y cuando decimos que usan ese motor para casi cualquier cosa, no estamos exagerando, pues es fácil encontrar furgonetas con el V8 LS2 de Chevrolet, por poner un ejemplo. Es como una obsesión por montar un ocho cilindros en todo lo que tenga ruedas, y eso afecta a los todoterreno, obviamente.

El mercado del todoterreno en Estados Unidos tienen muchas vertientes, desde el más puro “postureo”, con suspensiones absurdamente largas combinadas con neumáticos de asfalto y perfil bajo, hasta todoterrenos con suspensiones cortas y cargados de luces por todas partes. Y entre medias, están los todoterreno “de verdad”, los que se construyen para que sean realmente imparables y, por supuesto, los restomod, que son una tendencia muy yankee que ha traspasado fronteras y se ha extendido por todo el mundo. Nuestro protagonista forma parte de esta última “familia”, los restomod, pues, como se puede apreciar en las fotos, los cambios apenas se notan a simple vista.

Se trata de un trabajo del especialista TLC 4×4, un taller con sede en Harrisburg, en Carolina del Norte, que se centra exclusivamente en Toyota Land Cruiser, y además, no aceptan cualquier cosa, no trabajan, como ellos dicen, con montones de chatarra que llevan décadas abandonos y que obligan a pasar años trabajando en el proyecto. Ellos cogen unidades en buen estado y las transforman en “el Land Cruiser definitivo”.

Toyota Land Cruiser V8 LS3 (3)

En esta ocasión se trata de un FZJ80, una unidad del 97, que se ofrecía con dos motores de gasolina –ambos de seis cilindros– y tres diésel que no eran un prodigio de velocidad, pero resultaban irrompibles; de hecho, una enorme cantidad de ellos todavía siguen en circulación actualmente. Sin embargo, esa falta de carácter y de potencia ha sido uno de los argumentos de TLC 4×4, de hecho, es lo primero que se ha retirado en este proyecto. Después, se desmontó el coche por completo y se saneó o reemplazó todo lo que fuera necesario. Incluso se tuvieron que fabricar nuevos paneles que estaban corroídos, con una calidad que parecen fabricados por la propia Toyota.

Con todo ese trabajo completado, se instala nada menos que un LS3, un V8 de 6,2 litros de origen Corvette C6 –un motor de 2008, usado en mil y una transformaciones–, acoplado a una transmisión 4L63, una caja de cambio automática de cuatro relaciones, junto a una caja de transferencia de origen Toyota totalmente reconstruida. La suspensión tiene ahora amortiguadores de competición FOX, muelles Old Man Emu y frenos de discos originales reconstruidos.

Aparentemente, parece un Toyota Land Cruiser inofensivo, con una carrocería pintada en dos tonos y sin detalles que dejen entrever lo que se esconde bajo su capó. En el habitáculo tampoco hay nada que de una pista sobre el potencial de este Land Cruiser, aunque todo es nuevo o reconstruido.

Un Toyota Land Cruiser que es una verdadera bestia, con un precio a la altura de las circunstancias: 250.000 dólares sin sumar impuestos.

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Sobre mí

Javi Martín

Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto la charla sería de órdago. Pero aquí estoy, escribiendo sobre mi pasión donde me dejan. Si hace unos años me dicen que terminaría así, las carcajadas se habrían escuchado hasta en Australia, pero ahora no sabría vivir sin ello.

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