La llama olímpica del diésel se va apagando en reductos claves de Europa y el mercado español no es la excepción. Una tradición nacional a la que, aunque se le permita seguir en las factorías hasta el 2035, ya está dando señales de su inevitable ocaso. Incentivos estatales que apuestan a la electrificación, restricciones al manejo en zonas céntricas exclusivas para bajas emisiones, el biocombustible que va apareciendo en gasolineras como combustible alternativo y lo más revelador: la caída abrupta de la demanda.
Pero los coches con motores diésel podrán seguir circulando en el continente por los próximos 25 años, porque será recién a partir del 2050 cuando entre en vigor su prohibición en las calles, según el mandato de la Unión Europea. De manera tal que este Land Rover Defender 2003 de 2,5 litros y 122 CV –sí, motor diésel– tiene cuerda para rato. El primer paso, vaya detalle, es que alguien le marque en un llamado al taller de restauración alemán Pannhorst Classics y le ordene apartarlo a tu favor, para lo cual deberías contar con 119.000 euros en tu cuenta.
Hacerse de este Defender equivaldría a atender a la nostalgia por duplicado: a la del diésel y su camino a la extinción y a la del alma todoterreno, pues hablamos de un modelo de hace más de 20 años, perteneciente a la larga era clásica de este SUV, cuando el Defender actual, reconvertido para amigarse con la carretera, todavía no estaba en los planes del fabricante británico. Como es de esperar en una empresa preparadora del calibre de la alemana, la puesta a punto fue exhaustiva e integral, lo que incluyó desmontar la carrocería para darle el tratamiento que se merecía y para acceder a la restauración del chasis.

Tanto el cinco cilindros en línea 2.5 como los ejes y la caja de cambios manual fueron revisados. El verde “Belize” se impone. La carrocería, repintada al igual que el chasis y los ejes, brilla, pero las llantas, adonde la misma tonalidad se expande, logran resaltar, lo que no era tarea sencilla a juzgar por el tamaño y el diseño off-road de los neumáticos. La capota de lona beige a medida –se enrollan hacia el techo como cualquier cortina– es el equilibrio justo y el toque final lo firman las tachuelas que la remachan.
Por dentro, un tapizado elegido para la ocasión. Por más impecable que se lo vea, no deja de ser un Defender 4×4 y, como tal, en algún momento se ensuciará. El habitáculo no se salvará y es por eso que la casa Pannhorst se inclinó por cuero sintético, mucho más fácil de limpiar y mantener.
Según lo que marca su tablero, este Land Rover Defender 2003 descapotable lleva acumulados al menos 135.053 kilómetros y ahora le espera una segunda vida, durante la cual espera sacar provecho de las consideraciones aplicadas por este taller alemán más de dos décadas después de su salida de fábrica. Eso sí, el gasoil no se toca. La conducción diésel está garantizada. Cuéntame en los comentarios a dónde llevarías tú este todoterreno.
Mauro Blanco
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