Hablar de campers en 2025 es meterse en un terreno lleno de postureo, marketing “vanlife” para Instagram y mucho vendedor de humo que quiere colarte una furgoneta de segunda mano con cuatro muebles de contrachapado mal atornillados y un motor que tira más aceite que una freidora vieja. En ese contexto, lo que propone Dovra con la nueva serie RIG-S no es precisamente ni barato ni modesto, pero tampoco cae en la horterada de algunas preparaciones que parecen discotecas móviles. Los suecos han ido a por un concepto que mezcla minimalismo, lujo nórdico y un sentido práctico que a los propensos a enganchar carretera nos resulta hasta sorprendente viniendo del mundo camper.
La Dovra RIG-S es la hermana tranquilita de la RIG-X, que era un bicho pensado para los que se creen Bear Grylls cada vez que pisan una pista de grava. En vez de bacas con rueda de repuesto, snorkels y neumáticos de tacos, aquí lo que tenemos es una base de Mercedes-Benz Sprinter bastante sobria, con un motor turbodiésel de 190 caballos, cambio automático 9G-Tronic y propulsión trasera. Nada de tracción total, nada de accesorios para ir de explorador. En esta está todo pensado para que te puedas ir un mes por ahí sin echar de menos ni el agua caliente, ni el wifi, ni la cama de tu casa.
El precio base arranca en unos 230.000 euros, una cifra obscena para una furgoneta, pero que cobra sentido cuando ves lo que han hecho los suecos con el aislamiento, la electricidad a bordo, los materiales del interior (madera de verdad y de alta calidad, cuero real) y la manera en que han diseñado un espacio que no te asfixia ni es recargado. No es una camper para hippies con perro y tablas de surf, sino un hotel boutique rodante que puedes aparcar en medio de un bosque sin echar de menos nada.

Una Sprinter muy distinta a la que reparte los paquetes de Amazon
La base sobre la que trabaja Dovra es la Sprinter 319 CDI, un vehículo diseñado para repartidores, empresas de mensajería y flotas de servicio. La gracia está en que esa misma plataforma aguanta un maltrato diario brutal y que su motor 2.0 turbodiésel OM654 tiene fama de durar medio millón de kilómetros sin despeinarse, de que podrías echarle piedras en lugar de aceite y seguiría funcionando. Dovra parte de ahí y construye una furgoneta que no va a entregar cajas de cartón, sino a alojar a dos o tres personas con todas las comodidades de un piso pequeño, con la ventaja de que te puedes mover a 120 km/h por la autopista y parar a dormir en cualquier sitio.
El bloque de cuatro cilindros entrega 190 caballos y 450 Nm de par, lo que en una furgoneta de 6 a 7,5 metros de largo no te convierte en el rey de los adelantamientos, pero sí te garantiza poder moverte con soltura aunque vayas cargado de agua, equipaje y algún capricho que te lleves de viaje. La caja automática 9G-Tronic se encarga de suavizarlo todo para que el viaje no se convierte en un concierto de vibraciones como en algunas campers artesanales donde el aislamiento brilla por su ausencia.
No hay tracción 4×4 y eso puede sonar a sacrilegio si vienes del mundo offroadero, pero la RIG-S juega en la liga de las carreteras, pistas fáciles, climas fríos y calurosos, pero sin aspirar a trepar por dunas ni a cruzar Mongolia. Los suecos prefieren dedicar espacio y presupuesto a un buen sistema eléctrico con baterías de litio Victron de 400 Ah, paneles solares de 400 W y un inversor de 3.000 W, que son cifras muy serias en este segmento. Puedes trabajar, cocinar y cargar todos los cacharros sin depender de enchufes externos, lo que en la práctica significa autonomía real.
El consumo de la base Sprinter se mueve entre los 10 y los 11 litros a los 100 en ciclo mixto, lo que, para el tamaño y peso del conjunto, no es ninguna barbaridad. En viajes largos por autopista puede bajar a 8-9 litros, siempre que no vayas a 140 de crucero ni arrastres un remolque. No es un SUV híbrido, pero tampoco te costará una pequeña fortuna en gasoil teniendo en cuenta lo que pesa todo el invento.

Lujo nórdico sin barroquismos
El punto fuerte de la Dovra RIG-S está en el interior, que es lo que justifica de dónde sale el dineral que cuesta. Nada de muebles de contrachapado mal cortado de ese que se pica con mirarlo, nada de molduras brillantes ni cromados horteras ni plastiquete de huevera. Esta camper es madera maciza, herrajes metálicos, tapicerías de cuero o tela, iluminación indirecta y un diseño limpio que transmite calma. No hay un solo elemento que hable de acampada “normalita”, y eso a los que valoramos tanto la calidad como la discreción nos pone bastante.
La RIG-S 610 ofrece una cama longitudinal en la parte trasera y ubicada sobre un gran espacio de almacenamiento. La RIG-S 750, que es más larga, va un paso más allá y monta directamente un dormitorio separado con cuarto de baño completo, incluyendo ducha independiente. Es decir, que no tienes que pegarte a las paredes de un baño minúsculo para lavarte, sino que puedes ducharte de pie como una persona normal que puede permitirse gastar más de 200.000 € en una furgoneta.
El sistema de calefacción y agua caliente Alde puede funcionar con gasóleo o gas, y el aire acondicionado Truma Aventa Compact se encarga de los veranos, con la ventaja de que el aislamiento Armaflex XG y el suelo desacoplado mantienen las temperaturas estables. Este detalle es clave, porque el aislamiento no solo mejora el confort, también reduce el ruido en marcha, lo que convierte la experiencia de conducción en algo mucho más civilizado.
En cuanto a cocina, la inducción sustituye al gas, con un depósito de 100 litros de agua caliente que asegura duchas decentes y fregados sin prisas. Todo se gestiona a través del sistema Smart Control, con app incluida, porque hasta los suecos saben que hoy nadie quiere renunciar a controlar las luces o la calefacción desde el móvil. Para completar, wifi con antenas internas y externas de serie, y para rematar la jugada, el inodoro Clesana sin agua ni químicos, que es uno de esos inventos que parecen poca cosa pero cambian mucho la experiencia cuando no tienes que preocuparte de olores ni de buscar dónde vaciar depósitos.

Un concepto que se paga muy caro
Llegados a este punto, la gran pregunta es inevitable: ¿vale la pena pagar 230.000 euros o más por una furgoneta camper, por muy bien hecha que esté? La respuesta depende de lo que busques. Si lo tuyo es hacer escapadas de fin de semana con tu pareja, probablemente no. Con una furgoneta de 60.000 euros bien equipada puedes cubrir de sobra tus necesidades. Pero si lo que quieres es un vehículo que te permita vivir o trabajar en ruta durante semanas o meses en plan nómada digital y sin renunciar a un confort real y con una calidad que aguante los años, entonces sí, la RIG-S tiene sentido.
El precio incluye no solo el lujo tangible, sino también la tranquilidad de un diseño bien ejecutado y pensado al detalle. No tienes que improvisar soluciones, no vas a descubrir ruidos extraños a los tres meses, y tampoco te quedarás sin electricidad en mitad de la nada. El aislamiento, la distribución de peso, la robustez del mobiliario y la integración de todos los sistemas eléctricos y de agua justifican del todo el precio, y si investigas las marcas mencionadas en este artículo, verás que son todas de primer nivel.
Eso sí, no todo es perfecto. La ausencia de tracción total es un lastre si vives en una zona con inviernos serios o si de verdad quieres hacer pistas complicadas. Aunque Dovra lo compensa con un gran aislamiento y buena distribución de masas, la realidad es que hay alternativas con 4×4 de serie, como la Adventure Pro o la Adria Supertwin 4×4, que ofrecen un equilibrio distinto entre lujo y capacidad todoterreno. Aquí es cuestión de prioridades: confort y discreción frente a aventura y barro.
Ojo, porque gastar 230.000 euros en una camper también significa entrar en un terreno donde compites con autocaravanas integrales de marcas como Hymer o Niesmann+Bischoff, que ofrecen aún más espacio y prestaciones, aunque sacrifican la discreción de una furgoneta que por fuera parece casi una Sprinter normal. Esa es quizá la baza más fuerte de la RIG-S: no llamar la atención mientras duermes como un marqués en un bosque o en la costa.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto la charla sería de órdago. Pero aquí estoy, escribiendo sobre mi pasión donde me dejan. Si hace unos años me dicen que terminaría así, las carcajadas se habrían escuchado hasta en Australia, pero ahora no sabría vivir sin ello.COMENTARIOS