En un abrir y cerrar de ojos estaremos en pleno SEMA Show. Noviembre y Las Vegas, un encuentro anual donde la base corre por cuenta de la personalización bien norteamericana, pero también solemos ver hot-cars quemando neumáticos a cielo abierto, rarezas como un escarabajo convertido en monster-truck y conceptos desempolvados como el que vimos dos años atrás. ¿Es el Toyota Retro Cruiser 1999 el Land Cruiser más todoterreno que podría uno llegar a conducir?
Como poder, no se podría, pues no fue concebido para el cliente, pero que es lo más todoterreno que se ha visto en la historia del SUV japonés, de eso estoy seguro. Eran días de lanzamiento en Toyota, días de estreno de una nueva generación, la 250. Mientras tanto, en Estados Unidos reaparecía un restaurado mutante, posiblemente desconocido por algún visitante del evento, posiblemente reconocido por algún reportero que, entonces, no perdió oportunidad para tomarle una fotografía.
¡Restaurado, el Retro Cruiser restaurado! Y radiante, puesto a punto para la ocasión. Los componentes, ya viejos, se reemplazaron por unos nuevos, los amortiguadores se sometieron a una necesaria actualización y la carrocería recibió una capa de pintura con la que recuperó el color original, sin antes desmontarla hasta dejar el chasis al descubierto, que también recibió una mano del tono original.
Pero, ¿de qué se trata esta peculiar fusión y cómo fue concebido? Aquella presencia en el SEMA Show tuvo su sentido. Japonés, pero, por qué no, también americano. No hace falta verlo dos veces para asociarlo con el todoterreno civil derivado del vehículo militar estadounidense más icónico. Todo comenzó con un ejemplar del Toyota Land Cruiser FJ45 modelo 1967 de cuatro puertas adquirido en los años noventa. En principio cotizado en 5.000 dólares, su dueño aumentó el valor cuando lo pusieron al tanto del proyecto que se escondía detrás de la compra.

Desempolvando al Toyota Retro Cruiser 1999
Es que se trataba de una iniciativa de parte de la propia marca japonesa, que, junto a Rod Miller, piloto neozelandés campeón de rallye, unió el pasado con el presente de aquel entonces. El chasis del FJ45 de los años sesenta y un equipamiento heredado del lujoso Land Cruiser Serie 100 que Toyota ingresó a producción para el cambio de siglo, por lo cual se utilizó un interior con clase basado en cuero Connolly. Aunque incluso en el habitáculo había espacio para la combinación de esencias: lo premium junto a lo todoterreno, ya que atrás de los asientos el proyecto incluyó una jaula antivuelco.
Y todo cubierto con una apariencia similar al de un Hummer, cuya influencia Toyota blanqueó, en realidad, con el Mega Cruiser, que vaya que no dejaba lugar a las interpretaciones. Para lograr tal apariencia en el Toyota Retro Cruiser 1999 , las dimensiones fueron aumentadas y la carrocería se sometió a un rediseño para lograr una apariencia más musculosa. Sus neumáticos de 35 pulgadas General Tire Grabber no pasaban desapercibidos en aquel entonces ni pasan desapercibidos hoy, tras recibir su segunda oportunidad, pero, al momento de su desarrollo, más importante fue el retoque en la suspensión trasera independiente, que debió realizarse a medida.
Claro, sin corazón no hay vida. Para mover a la bestia, Toyota y Miller recurrieron al V8 4.7 con doble árbol de levas y cuatro válvulas por cilindro de aquel Serie 100 lanzado al mercado en 1998. Mediante una caja automática de cuatro velocidades, el Retro Cruiser allí tenía su potencia máxima de 230 caballos, pero no menos interesante fue el sonido que descubrió que podía largar el V8 a raíz de su sistema de escape de acero inoxidable personalizado. Definitivamente, ya no se hacen cosas así.
Mauro Blanco
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