La razón de ser de Škoda son los automóviles, pero su historia está marcada por las dos ruedas, desde su fundación como fabricante de bicicletas a finales del siglo XIX –a lo que el nombre del coche en cuestión alude– hasta su función como socio patrocinador del Tour de France, que mantiene desde hace dos décadas. Entonces, no sorprende esta conversión sobre la base del familiar Škoda Superb Combi.
¿Qué es el Škoda L&K 130? Pues, en principio, un proyecto creado por 28 estudiantes de la Escuela Profesional de Automoción de la empresa checa, en colaboración con profesores y formadores profesionales, con un objetivo central: ser el coche de transporte de las bicicletas que competirán en 112° edición del Tour de France a lo largo de julio. En segunda instancia, bien podría considerarse un coche al que, tras servirle a los ciclistas, valdría la pena llevarlo a producción para ser utilizado como vehículo de carga de bicicletas propias… para la expedición propia.
Hay simbolismo por todas partes, desde las siglas y el número de su nombre hasta su acabado. El 130 da cuenta del aniversario que la marca cumplirá a mediados de diciembre del 2025, mientras que el L&K responde a sus fundadores Václav Laurin y Václav Klement. Esta versión especial es, por tal motivo, una representación de su legado, ya que, repito, ambos dieron inicio a Škoda fabricando bicicletas.
Ni en el exterior ni en el interior los colores disimulan ese peso de la historia. El rojo, el negro y el dorado componen el emblema L&K y, por lo tanto, se reparte por todo el habitáculo y la pintura de carrocería. El agregado blanco cabe como toque justo a la combinación. Esos estudiantes han demostrado tener buen gusto, sobre todo por la contundencia del interior. Por supuesto, la esencia del Škoda L&K 130 radica en la parte trasera.

El Škoda L&K 130: de familiar a pick-up
De familiar a pick-up. Para llegar al objetivo, el equipo recortó el techo posterior al pilar C, y tanto éste como el pilar medio se ajustaron según las necesidades de la carrocería reconstruida. De maletero a caja trasera: una mampara y una ventana trasera fueron instaladas para concretar la división entre el habitáculo y el espacio de carga al aire libre. El siguiente paso fue la puesta a punto de la plataforma para la carga. En total, el Škoda L&K 130 tiene capacidad para transportar hasta tres bicicletas, incluyendo la que va sobre el techo, pero lo destacado está atrás.
Usando accesorios de la propia marca checa, se fabricó un portabicicletas desplegable eléctricamente mediante rieles hacia afuera para facilitar el acceso. Cuando la caja está cerrada y los rieles regresan, las bicicletas se acomodan en una elevación de 35 grados para optimizar los espacios.
En las puertas traseras también se destaca el trabajo en conjunto de la Escuela Profesional de Automoción Škoda. Las convencionales del Superb Combi no podían considerarse para un vehículo cuyo propósito es acompañar y auxiliar a los competidores del Tour. Para evitar la apertura hacia los costados y garantizar la seguridad de los ciclistas, el rediseño implicó un reajuste en las bisagras y concluyó con una apertura en deslizamiento hacia atrás.
Mauro Blanco
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